LA GUERRA NO SOLUCIONA LA MISERIA
Este 30 de mayo se elegirá el futuro presidente de la república para el período del 2010 al 2014. El análisis de la realidad política nacional propuesto por los partidos tradicionales vislumbra una tendencia a segunda vuelta entre los candidatos Juan Manuel Santos y Nohemí Sanín. Convencidos de que se cumplirá el presagio partidista, los dos candidatos presidenciales que hasta hace poco punteaban solos las encuestas afilan sus propuestas para convencer a los votantes de un país en el que el derecho constitucional de elegir libremente a sus gobernantes depende ahora de los ceros del billete, del número de tejas o bultos de cemento, de los almuerzos del día de elecciones, de las camisetas, de la promesa de empleo y de todas las prebendas que ofrecen los candidatos, evidenciando que en Colombia la miseria pesa más que la democracia.
Juan Manuel Santos manifiesta “fortaleza, templanza, justicia y tolerancia” como cualidades de su futura gestión presidencial, pero la estrategia que guardara hasta el final radicó en la elección de una fórmula vicepresidencial que representase las cualidades que como funcionario de los pasados gobiernos de guerra nunca ha tenido; un conciliador de la constituyente, un ministro de trabajo ex-sindicalista que otrora conquistara a los trabajadores por confrontar un gobierno déspota del que el mismo Santos hiciera parte, un gobernador del valle del cauca comprometido con la seguridad y, sobretodo, un embajador de Ginebra que ha ganado prestigio ante las ONGs internacionales, son las pinceladas con las que Santos define a Angelino Garzón permitiéndose usarlo para tachar la imagen guerrerista que como ex-ministro de defensa ganó ante el país y el mundo.
Nohemí Sanín por su parte no ha dejado de enarbolar la seguridad democrática y jurar que continuará el rumbo de la guerra marcado por el mesías Uribe. Haciendo la pantomima de pertenecer a un partido fortalecido, participó y salió ganadora de la consulta interna del conservadurismo. Este triunfo sin embargo fue parcial por que su intención de convencer a los votantes de la legitimidad y unidad política del partido conservador se fue al traste desde que Rodado Noriega se sumara a la fórmula de Santos, o desde que Uribito rompiera su promesa de aceptar los resultados de la consulta invitando a sus adeptos a unirse también a la campaña de Santos en enérgica pataleta contra la siempre embajadora. Para pulir el panorama del partido conservador, que es similar en esto al de los demás partidos, la ex-embajadora ha evitado pronunciarse públicamente sobre los nexos de militantes de su partido con el paramilitarismo y las mafias, sobre la corrupción de la que han hecho parte o sobre la anexión de algunos de sus miembros a partidos como el PIN que, en un país inerme ante la ruina de las instituciones “democráticas” que tanto enarbola, obtuvo una enorme votación en las pasadas elecciones. Aquí perdió Nohemí. Pero por razones similares han perdido y perderán el partido liberal, el partido de la U, el PIN y todos los partidos políticos que han configurado una historia nacional que con colores y siglas ha justificado guerras y modelos de elección anti-populares cuyos únicos beneficiados han sido las elites gobernantes.
Con lo dicho, ya está claro que la miseria emanada del modelo neoliberal y de la postura guerrerista representada en la política de seguridad democrática seguirá acrecentándose, cabalgando ahora al lomo de los continuadores. No hay nada diferente, las mismas políticas anexionistas, los mismos vicios electorales, los mismos corruptos o sus descendientes. La diferencia que hay entre las políticas de Juan Manuel Santos y Nohemí Sanín es la misma que hay entre dos gotas. La única batalla entre Juan Manuel Santos y Nohemí Sanín es la burocrática, la de la repartición de puestos en un gobierno que en cabeza de uno u otra seguirá siendo narco- paramilitar. La disputa electoral que los medios masivos de información intentan hacernos ver para generar un ambiente en el que todo sigue siendo igual y el establecimiento es más legal y legítimo que nunca, tan sólo nos convence de que lo único que no cambia y no cesa es la corrupción, el fraude, la compra de votos y los repudiables artificios para permanecer en el poder, mientras se profundiza el desempleo, la precariedad en la salud y llegamos a 20 millones de pobres y 7 millones en la indigencia, según cifras del mismo DANE.
En tiempos en los que el establecimiento asegura con las bases gringas y sus políticas guerreristas el dominio sobre los recursos y la población colombiana, a la sombra de la injusticia social que precariza la situación de las mayorías, los sectores populares, sus dirigentes y las organizaciones sociales no encausan sus estrategias políticas para tomar el poder en forma unificada. Prevalece el personalismo y sectarismo. El Polo democrático perderá terreno como oposición si continúa interno en disputas partidistas, soslayando su papel como generador de reflexión y movilización social unitaria, mientras sus posibles partidarios optan por respaldar políticas guerreristas que, cuando se encarnan en personajes como Evangelino Garzón, deben causar incertidumbre y cavilación en los sectores de izquierda. De ahí la importancia del bicentenario como remembranza de una gesta que empezó y es nuestro deber continuar, propiciando la organización social y la articulación de proyectos políticos pensados desde la resistencia indígena, campesina, afro, urbana, estudiantil y de todos los que reconocemos, exigimos y peleamos por la instauración de un nuevo modelo que promueva un gobierno de nación, paz y equidad.
El Ejercito de Liberación Nacional insiste en la capacidad de organización de los pueblos para forjar poder popular, fortaleciendo la lucha y la soberanía que garantizan la dignidad y la armonía social. Insistir en el proceso de nuevo gobierno de paz y equidad es propender por una gobernabilidad de carácter popular, democrático y nacionalista en la que la participación de las organizaciones sociales, populares, político revolucionarias y demás fuerzas beligerantes del país, aboguemos por un modelo social que reconozca y defienda los intereses de las mayorías.
NI UN PASO ATRÁS LIBERACIÓN O MUERTE
NI RENDICIÓN, NI ENTREGA, SIEMPRE JUNTO AL PUEBLO
POR UN NUEVO GOBIERNO DE NACIÓN, PAZ Y EQUIDAD
Frente de Guerra Central F.G.C.
Ejército de Liberación Nacional E.L.N.
Este 30 de mayo se elegirá el futuro presidente de la república para el período del 2010 al 2014. El análisis de la realidad política nacional propuesto por los partidos tradicionales vislumbra una tendencia a segunda vuelta entre los candidatos Juan Manuel Santos y Nohemí Sanín. Convencidos de que se cumplirá el presagio partidista, los dos candidatos presidenciales que hasta hace poco punteaban solos las encuestas afilan sus propuestas para convencer a los votantes de un país en el que el derecho constitucional de elegir libremente a sus gobernantes depende ahora de los ceros del billete, del número de tejas o bultos de cemento, de los almuerzos del día de elecciones, de las camisetas, de la promesa de empleo y de todas las prebendas que ofrecen los candidatos, evidenciando que en Colombia la miseria pesa más que la democracia.
Juan Manuel Santos manifiesta “fortaleza, templanza, justicia y tolerancia” como cualidades de su futura gestión presidencial, pero la estrategia que guardara hasta el final radicó en la elección de una fórmula vicepresidencial que representase las cualidades que como funcionario de los pasados gobiernos de guerra nunca ha tenido; un conciliador de la constituyente, un ministro de trabajo ex-sindicalista que otrora conquistara a los trabajadores por confrontar un gobierno déspota del que el mismo Santos hiciera parte, un gobernador del valle del cauca comprometido con la seguridad y, sobretodo, un embajador de Ginebra que ha ganado prestigio ante las ONGs internacionales, son las pinceladas con las que Santos define a Angelino Garzón permitiéndose usarlo para tachar la imagen guerrerista que como ex-ministro de defensa ganó ante el país y el mundo.
Nohemí Sanín por su parte no ha dejado de enarbolar la seguridad democrática y jurar que continuará el rumbo de la guerra marcado por el mesías Uribe. Haciendo la pantomima de pertenecer a un partido fortalecido, participó y salió ganadora de la consulta interna del conservadurismo. Este triunfo sin embargo fue parcial por que su intención de convencer a los votantes de la legitimidad y unidad política del partido conservador se fue al traste desde que Rodado Noriega se sumara a la fórmula de Santos, o desde que Uribito rompiera su promesa de aceptar los resultados de la consulta invitando a sus adeptos a unirse también a la campaña de Santos en enérgica pataleta contra la siempre embajadora. Para pulir el panorama del partido conservador, que es similar en esto al de los demás partidos, la ex-embajadora ha evitado pronunciarse públicamente sobre los nexos de militantes de su partido con el paramilitarismo y las mafias, sobre la corrupción de la que han hecho parte o sobre la anexión de algunos de sus miembros a partidos como el PIN que, en un país inerme ante la ruina de las instituciones “democráticas” que tanto enarbola, obtuvo una enorme votación en las pasadas elecciones. Aquí perdió Nohemí. Pero por razones similares han perdido y perderán el partido liberal, el partido de la U, el PIN y todos los partidos políticos que han configurado una historia nacional que con colores y siglas ha justificado guerras y modelos de elección anti-populares cuyos únicos beneficiados han sido las elites gobernantes.
Con lo dicho, ya está claro que la miseria emanada del modelo neoliberal y de la postura guerrerista representada en la política de seguridad democrática seguirá acrecentándose, cabalgando ahora al lomo de los continuadores. No hay nada diferente, las mismas políticas anexionistas, los mismos vicios electorales, los mismos corruptos o sus descendientes. La diferencia que hay entre las políticas de Juan Manuel Santos y Nohemí Sanín es la misma que hay entre dos gotas. La única batalla entre Juan Manuel Santos y Nohemí Sanín es la burocrática, la de la repartición de puestos en un gobierno que en cabeza de uno u otra seguirá siendo narco- paramilitar. La disputa electoral que los medios masivos de información intentan hacernos ver para generar un ambiente en el que todo sigue siendo igual y el establecimiento es más legal y legítimo que nunca, tan sólo nos convence de que lo único que no cambia y no cesa es la corrupción, el fraude, la compra de votos y los repudiables artificios para permanecer en el poder, mientras se profundiza el desempleo, la precariedad en la salud y llegamos a 20 millones de pobres y 7 millones en la indigencia, según cifras del mismo DANE.
En tiempos en los que el establecimiento asegura con las bases gringas y sus políticas guerreristas el dominio sobre los recursos y la población colombiana, a la sombra de la injusticia social que precariza la situación de las mayorías, los sectores populares, sus dirigentes y las organizaciones sociales no encausan sus estrategias políticas para tomar el poder en forma unificada. Prevalece el personalismo y sectarismo. El Polo democrático perderá terreno como oposición si continúa interno en disputas partidistas, soslayando su papel como generador de reflexión y movilización social unitaria, mientras sus posibles partidarios optan por respaldar políticas guerreristas que, cuando se encarnan en personajes como Evangelino Garzón, deben causar incertidumbre y cavilación en los sectores de izquierda. De ahí la importancia del bicentenario como remembranza de una gesta que empezó y es nuestro deber continuar, propiciando la organización social y la articulación de proyectos políticos pensados desde la resistencia indígena, campesina, afro, urbana, estudiantil y de todos los que reconocemos, exigimos y peleamos por la instauración de un nuevo modelo que promueva un gobierno de nación, paz y equidad.
El Ejercito de Liberación Nacional insiste en la capacidad de organización de los pueblos para forjar poder popular, fortaleciendo la lucha y la soberanía que garantizan la dignidad y la armonía social. Insistir en el proceso de nuevo gobierno de paz y equidad es propender por una gobernabilidad de carácter popular, democrático y nacionalista en la que la participación de las organizaciones sociales, populares, político revolucionarias y demás fuerzas beligerantes del país, aboguemos por un modelo social que reconozca y defienda los intereses de las mayorías.
NI UN PASO ATRÁS LIBERACIÓN O MUERTE
NI RENDICIÓN, NI ENTREGA, SIEMPRE JUNTO AL PUEBLO
POR UN NUEVO GOBIERNO DE NACIÓN, PAZ Y EQUIDAD
Frente de Guerra Central F.G.C.
Ejército de Liberación Nacional E.L.N.
Hola compañeros, quiero saber si este correo continentalizar@gmail.com, corresponde a esta pagina.
ResponderEliminarSaludos desde argentina.
sendero.guevarista@gmail.com